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JPMorgan está cobrando por el acceso a los datos de los usuarios. Este es un momento crucial para la infraestructura financiera
JPMorgan se está moviendo para cobrar a las empresas de tecnología financiera por el acceso a los datos de los clientes. Estos datos incluyen historiales de transacciones, saldos y señales de comportamiento generadas por los usuarios finales que interactúan con el sistema bancario. Hasta ahora, se ha podido acceder a esta información a través de agregadores de datos o API directas, lo que permite la innovación fintech en pagos, presupuestos, préstamos y más.
Al introducir un modelo de precios además de este acceso, JPMorgan está haciendo un movimiento calculado. Se trata de afirmar la propiedad de los datos generados por los usuarios, pero almacenados dentro de la infraestructura que controla el banco.
No se trata de una actualización de la política de una sola vez. Es un cambio estructural que nos dice algo fundamental sobre hacia dónde se dirige el sistema heredado.
El patrón
Cuando una plataforma gana suficiente poder de mercado y dependencia, el siguiente paso predeterminado es extraer de ella. Esto no es nuevo. Los sistemas operativos, las tiendas de aplicaciones, las redes de pago y la infraestructura de telecomunicaciones han seguido la misma curva.
Al principio, la atención se centra en la distribución. Luego pasa a controlar. Por último, se trata de la renta.
En el momento en que una entidad financiera central comienza a cobrar a otros simplemente por leer los datos autorizados por el usuario, está observando ese paso final en tiempo real.
La preocupación técnica
Las API financieras no son como los protocolos públicos. Son puntos de conexión controlados con límites de velocidad, restricciones de uso, puertas de cumplimiento y dependencias contractuales. Al cobrar por el acceso a estas API, los bancos pueden determinar quién puede construir y qué pueden ofrecer esos constructores. Cuanto más crítica sea la API para la experiencia del producto, mayor será el apalancamiento.
No se trata de una innovación técnica. Es un peaje.
Y una vez que los datos se convierten en una fuente de ingresos para el proveedor de infraestructura, el incentivo es fragmentarlos, bloquearlos y venderlos con margen.
Esto limita fundamentalmente lo que se puede construir encima.
¿Por qué son importantes las criptomonedas aquí?
Las cadenas de bloques públicas invierten la arquitectura. Los datos se escriben en redes accesibles globalmente con acceso de lectura y escritura sin permisos. El Estado se mantiene por consenso, no por contrapartes. La identidad está vinculada a las credenciales criptográficas, no a los sistemas de cuentas privadas. El código es abierto y componible, en lugar de tener licencia o restricciones.
En este modelo, el acceso no es una negociación de desarrollo empresarial. Es una propiedad del propio sistema.
Los contratos inteligentes ejecutan la lógica de forma predecible en todos los usuarios. Los datos viven en un libro mayor que está igualmente disponible para todos los participantes. Los protocolos se pueden componer juntos sin fricción ni arbitraje. Los creadores no necesitan solicitar acceso y los usuarios no necesitan confiar en un intermediario para almacenar o divulgar su propia información.
Esto crea un entorno fundamentalmente diferente para la innovación.
También crea una vía de escape de las plataformas que quieren monetizar cada capa de la actividad de los usuarios al tiempo que evitan que surja la competencia.
El contexto global
Este problema no es específico de los Estados Unidos. En Europa, la PSD2 creó el intercambio obligatorio de datos entre bancos y proveedores externos, pero muchas instituciones se han resistido al cumplimiento o han introducido fricciones a través de los flujos de autenticación. En China e India, la infraestructura financiera nacional está cada vez más centralizada, combinando la identidad vinculada al Estado con sistemas de pago que reducen la portabilidad a nivel de usuario. En América Latina, las superaplicaciones están compitiendo para consolidar las finanzas, la identidad y el comercio en plataformas integradas verticalmente.
El tema común es el mismo. La centralización conduce a la restricción. La restricción crea dependencia. La dependencia se convierte en control.
Estamos viendo cómo se repite la misma estructura, solo que con nuevos actores.
La decisión que tenemos por delante
Hay una versión del futuro en la que cada interacción financiera está intermediada por sistemas que monitorean, fijan el precio y bloquean el acceso a sus propios datos. Donde la portabilidad es limitada, la componibilidad es artificial y los nuevos productos son gravados por los operadores tradicionales que controlan la infraestructura. Esa es la trayectoria natural de los sistemas cerrados. Lo hemos visto antes, en todas las industrias y geografías. Está ocurriendo de nuevo ahora.
Las criptomonedas presentan una alternativa. Pero esa alternativa no está garantizada. La pregunta que debemos hacernos es si realmente estamos construyendo hacia algo más abierto, o simplemente recreando las mismas restricciones bajo nuevos nombres. El compromiso regulatorio y la madurez institucional no son malos. En muchos casos, son necesarios para escalar. Pero si esos esfuerzos dan como resultado la recreación de las mismas formas de control que definen el sistema heredado, entonces el proyecto ya ha perdido su ventaja.
No deberíamos optimizar la defensa a través de la restricción. Deberíamos aprovechar nuestra posición y rentabilidad para crear un mejor acceso, una arquitectura más abierta y sistemas más componibles. Eso significa invertir en protocolos, no solo en plataformas. Significa participar en una infraestructura compartida, no solo extraer valor de ella.
En @krakenfx, estamos tratando de hacer ambas cosas. Para respaldar y proteger los protocolos que definen a esta industria, y para construir sobre sus rieles. No solo la nuestra. No solo una cadena o una pila. Un mundo multi cadena, multi entorno, multipropósito. El objetivo no es solo el tiempo de actividad o la cobertura del producto. Se mantiene fiel a lo que este sistema fue diseñado para permitir en primer lugar. Acceso global, sin permisos y siempre activo a la infraestructura financiera en la que cualquiera puede construir y de la que cualquiera puede beneficiarse.
Si nos tomamos esto en serio, tenemos que evitar la trampa en la que ha caído cada generación de constructores de infraestructuras. Los jardines cerrados son fáciles de justificar. Ofrecen control, fiabilidad y apalancamiento a corto plazo. Pero también son la razón por la que estamos aquí en primer lugar. No deberíamos pasar una década construyendo sistemas abiertos solo para terminar recreando las mismas limitaciones con una mejor marca.
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