Internet y la tecnología están diseñados principalmente para ayudar a los humanos a realizar comportamientos a corto plazo. Para lograr cualquier cosa a largo plazo, uno necesita desconectarse de ellos.

A veces, el miedo existencial de la IA es abrumador.

La IA en estos días se siente como la etapa final de un juego de solitario donde uno acelera realmente rápido para ver la animación satisfactoria de las cartas volviendo a la baraja.

El liderazgo se trata de conversaciones y decisiones incómodas. Un gran liderazgo es hacer ambas cosas sin demora.

Durante muchos años, Google tuvo el botón "Me siento con suerte" que permitía a las personas acceder al resultado principal sin tener que lidiar con los resultados de búsqueda. Este movimiento no era ideal para el negocio, ya que no permitía a los usuarios ver anuncios que alimentaban las ganancias de la empresa. Años después, la IA nos hace sentir a todos muy afortunados.

Los humanos están subconscientemente siempre atrapados en un modo de clasificación y comparación, y cuando alguien sufre una desgracia, nuestro cerebro primitivo nos da un subidón de dopamina como si hubiéramos recibido un mega impulso en nuestra propia clasificación. La schadenfreude es fácil de entender si tratamos al mundo como un gran juego de suma cero.

El empoderamiento sin responsabilidad termina siendo un derecho.

Las opiniones de las personas que fracasaron en algo no se vuelven malas por su fracaso, pero no se toman en serio. Las opiniones de las personas que han tenido éxito a menudo se asumen como buenas en áreas en las que no tienen comprensión. Esto hace que la publicidad de celebridades sea poderosa y permite que los jugadores de cricket o actores vendan fondos mutuos y seguros.

Los modelos de lenguaje grandes crecen al ingerir incansablemente datos diversos. Esto es cierto también para nuestra mente. Es mejor seguir muestreando nuevas disciplinas y tendencias para seguir evolucionando nuestros algoritmos mentales. Cuando el éxito hace que la curiosidad se reduzca, nuestro "LLM" personal deja de aprender y comienza a acomodarse.

Cuando comencé en tecnología en 2009, unirse a una startup significaba aceptar una gran reducción salarial. Lo hacías por la misión, el crecimiento, la apuesta por ti mismo (y tal vez porque los trabajos mejor pagados en finanzas o grandes empresas tecnológicas no estaban contratando durante la recesión). Las startups eran para los luchadores e idealistas.