Mi padre pasó 30 años como ingeniero de socorro en casos de desastre, reconstruyendo comunidades después de terremotos, huracanes y guerras. Vadeaba las aguas de las inundaciones, dormía en tiendas de campaña en zonas de guerra y trabajaba 20 horas al día para darle a la gente la oportunidad de empezar de nuevo. Pero en el fondo, él nunca quiso esa vida para mí. Llegaba a casa exhausto, con las manos llenas de ampollas, los ojos rojos por el humo y las lágrimas, y me sentaba. "Hijo", le decía con voz quebrada, "prométeme que harás algo importante con tu vida. No pierdas el tiempo construyendo escuelas o arreglando puentes. Haz algo que realmente importe. Como un DEX en cadena para monedas en la vertical temática del perro. O una estrategia de rehipotecación que haga que los CDO sintéticos parezcan simples". Cuando me gradué, le dije que estaba considerando unirme al equipo de respuesta a desastres de la ONU como técnico de emergencias médicas. Su rostro se desplomó. – Eres mejor que eso -susurró-. "Naciste para las DeFi apalancadas". Así que aquí estoy, papá. Un fundador de criptomonedas. Tal y como lo soñaste. Pasar mis días en Twitter, discutiendo sobre la política de liquidación y orden, y publicando sobre @talos_is el futuro de las finanzas. Espero haberte hecho sentir orgulloso.
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