Tengo un amigo que fue el vicepresidente más joven de su empresa pública a los 24 años. Se contagió del virus de las startups. Un intento fallido tras otro. Ahora, en sus 40 años, no tiene ahorros, no tiene casa, no tiene esposa y sigue persiguiendo ideas. A veces, los grandes sueños no salen como se espera.
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